Indudablemente no hay empresa (independientemente a lo que se dedique) que no señale entre sus principales necesidades el proceso de la venta, el acto de vender un servicio o producto es casi la definición de una empresa, sin embargo el punto crucial acá es preguntarnos ¿por qué no nos gusta vender? A todos nos gusta que nos compren nuestros productos o servicios, no sólo por la retribución económica que representa sino también por que confirma el valor y la utilidad de lo que hacemos, sin embargo el acto de la venta muchas veces es un proceso que nos resulta desagradable.
¿Por qué nos pasa esto?
Una de las situaciones más comunes sobre esto es que luego de años de estudio de una carrera profesional, donde se nos instruye del valor de nuestra profesión, donde se nos muestra lo útil y necesaria que es para el desarrollo de la sociedad como la conocemos, nos topamos de frente con el hecho de que lo que nosotros vemos como útil otros lo ven como un lujo, otras veces como un requisito e incluso como un «un mal necesario».
Es ahí donde aparece la herramienta de la venta, la cual en su inicio es el proceso por el cual le explicamos a nuestros posibles clientes por qué es importante que adquieran nuestros productos o servicios (específicamente los nuestros).
Y es ahí donde inicia el error, pues básicamente lo estamos haciendo todo al revés. El escritor y motivador canadiense Brian Tracy lo aclara maravillosamente con estas palabras:
Acércate a cada cliente con la idea de ayudarlo, resolverle su problema o lograr su meta y no venderle un producto o servicio.
¿Qué persona no estaría agradecida de que alguien (sobre todo si posee una habilidad o conocimiento en el campo) nos ofrezca una solución a un problema que está evitando que avancemos? Muchas veces nos hemos enfrentado a situaciones tan adversas en las que con gusto hubiéramos pagado a quien nos ofreciera una solución. Aquí es donde entra la venta.
No hay nada más alejado a una venta que ofrecer cosas que la gente no ocupa. La respuesta a nuestra pregunta sería, no es que no nos guste vender, es que no nos gusta convencer a la gente que compre cosas que no ocupa, incluso es muy gratificante el ver a un cliente satisfecho y alegre por haber obtenido una solución a tiempo.
La clave está en pensar primero en las necesidades de las personas y de las empresas, en preguntarle si nuestros servicios solucionan sus problemas, no tanto en como puedo vender mas, sino a quien le puedo solucionar sus problemas.
Pensar así no sólo ennoblecerá nuestro trabajo sino nuestra vida y la relación con nuestros clientes.